ACIERTA CON EL CALZADO DE VERANO

A continuación, unos breves consejos para la elección del calzado de montaña en los meses cálidos del año en los que nos animamos a salir al monte con mas asiduidad.

Las actividades en montaña en periodo estival son innumerables, y abarcan un amplio rango de exigencias, dificultades, y por tanto, de necesidades. Desde paseos suaves por terreno llano sin demasiadas complicaciones, hasta botas polivalentes que nos sirvan lo mismo para escalar rutas alpinas que para calzarse los crampones. Para todo, hay una solución.

Zapatillas de trekking, ¿el sustituto de las botas?

Básicamente, una zapatilla de trekking es un calzado de caña baja con prestaciones de montaña en lo que se refiere a suela, impermeabilidad y dureza del conjunto de la zapatilla en general.

La idea sería conseguir la comodidad de una zapatilla deportiva, pero añadiéndole la dureza y protección de la bota. Como todo no se puede, digamos que el resultado final es un intermedio; ni son tan cómodas cómo unas deportivas, ni tan duras como unas botas. Eso si, son relativamente duraderas, y no asfixian el pie cómo lo hacen las botas altas.

Es importante elegirlas con buena suela, Vibram o similares, pero no demasiado blanda o nos quedaremos sin zapatilla en pocos meses. En cuanto comprarlas con o sin membrana (Gore Tex, Dry Line o Sympatex), es una elección personal. No siempre es necesario, según la actividad a la que las queramos destinar. La membrana encarece el producto y es una barrera más a la transpirabilidad. Aunque parezca raro esto es así, ya que aunque las membranas sean transpirables, no dejan de ser una capa más entre el pie y el exterior. Ahora bien, si queremos usarlas en montaña en primavera-verano-otoño, es mas que recomendable que sean impermeables. Una tormenta de verano es incómoda, pero no pasa de ahí; pero si nos empapamos los pies en el monte en marzo, podemos pasar frío de verdad.

Es conveniente que la zapatilla tenga refuerzos de goma al menos en la puntera, ya que a buen seguro será una de las zonas que mas sufrirán.

Existen diferencias entre modelos confeccionados enteramente en piel, y aquellos que intercalan piel con tejido de malla muy ligero y transpirable. Lógicamente, las primeras serán mejores en climas adversos, y las segundas serán más adecuadas para altas temperaturas y climas secos.

Un par de apuntes de importancia, antes de acabar con éste apartado. Aunque su uso se ha generalizado últimamente, conviene recordar que la zapatilla no protege el tobillo de torceduras, por lo que en terrenos pedregosos o muy estienda de campañados existe riesgo de sufrir esguinces, o de sobrecargar los tobillos en torsión. Parece atractivo a primera vista hacer ascensiones estivales a Pirineos en zapatillas, pero hay que valorar si es lo más adecuado o no. Al final, no deja de ser una decisión personal.

Y por otro lado, aunque la zapatilla lleve Gore Tex o similares, no olvidar que al ser de caña baja es relativamente fácil que entre agua por arriba, caso en el que la membrana no nos serviría para nada.

Al igual que las botas, conviene elegir un número un poco superior al habitual de calle; que sobren entre 1,5 y 2 centímetros, para que no nos golpeen los dedos de los pies en la puntera durante las bajadas.

En su favor, decir que muchos modelos tienen una adherencia comparable a las mejores botas, que son mucho más ligeras que éstas, y que desde luego no hay punto de comparación en lo que a confort del pie se refiere, sobre todo en verano con altas temperaturas.

El trail running

Las zapatillas de trail running son cómo las de atletismo de siempre, pero mas resistentes en su construcción y sobre todo en lo que se refiere a la suela. Son zapatillas de atletismo adaptadas a la montaña. No necesariamente llevan suelas Vibram, pero si que son diferentes compuestos de caucho de gran adherencia y con un diseño de los tacos muy estudiado para traccionar en las subidas y ayudar en la frenada en las bajadas. Algunas llevan incluso sistemas y cámaras especiales de amortiguación de impactos en el talón.

Al ser mas ligeras que las zapatillas de trekking normales, hay quien las prefiere a éstas aunque sólo las utilice para andar.

La pega de este tipo de calzado es que, al ser mas ligeras, inevitablemente serán menos duraderas, ya que su prioridad es la ligereza, y no tanto la resistencia. Encontraremos versiones con y sin Gore Tex en la mayoría de los modelos.

Son importantes los refuerzos de goma o similares en puntera para proteger la zapatilla de los golpes que, a buen seguro, le vamos a dar.

Botas, de la piel al kevlar.

La bota de montaña es un elemento insustituible del equipo el montañero, y lo seguirá siendo a pesar de los avances de materiales y tecnologías. La diferencia es que cada vez son más ligeras, cada vez hay más modelos diferentes, y sobre todo, nos ofrecen una grandísima variedad de colores y estéticas que no deben despistarnos de nuestra necesidad real.

Inicialmente las botas se hacían en piel independientemente de si eran para invierno o para verano. Hoy en día, las botas de verano son generalmente de Cordura y serraje, de manera que transpiran más que las de cuero. Pero también es cierto que para su uso en invierno, o en climas muy húmedos (frío, barro y nieve), siguen siendo más adecuadas las de cuero. Éstas pueden estar confeccionadas en piel serraje o en Nobuck.

La piel serraje es más tosca a la vista, y el nobuck es una piel pulida, de aspecto y tacto más suave y liso. El serraje es más sufrido a los golpes, roces y piques, y el nobuck aguanta mejor el agua, precisamente porque es una piel pulida que la repele y no absorbe la humedad. Es interesante saber qué grosor de piel lleva la bota, para hacernos una idea de si está orientada a climas moderados o a condiciones climáticas adversas.
En una bota para mal tiempo, la piel tendrá como mínimo de 2 a 2,5 mm. de grosor, mientras que las de verano (piel y Cordura) suelen andar por los 1,6 a 1,8 mm.
Aún así, y salvo casos especiales, supondremos que para verano, lo mejor es una bota de piel y Cordura. Dentro de éstas, las hay desde las mas sencillas que no dejan de ser zapatillas de caña alta, hasta las más técnicas con suela semirrígida cramponable y horma especial para escalar. (foto3)

Dentro de los últimos avances, encontramos que hay fabricantes que han empezado a sustituir la Cordura por el Kevlar. El Kevlar es un hilo sintético, y es el material con el que se hacen los chalecos antibalas. Ofrece un peso similar a la Cordura con unos valores de resistencia al desgaste y a la abrasión mucho mayores.

De todas maneras, lo ideal sería disponer de unas botas de verano en serraje, Cordura o Kevlar, y otras de cuero que reservaríamos para el invierno, alargando así de paso la vida del Gore Tex (o similares). No hay que olvidar que aunque no la sometamos a condiciones de humedad o agua, con el propio desgaste que se produce al caminar, el forro impermeable se va desgastando…
Evidentemente, para el que hace salidas ocasionales a la montaña, tener dos pares de botas puede no ser necesario, pero el montañero asiduo debería tener en cuenta esta opción.

¿Y por cual de las opciones nos decidimos?

Pues salvo para casos concretos, en los que la actividad vaya a ser de muy baja intensidad, la mayoría optareis por tener unas zapatillas de trekking pero sin dejar del todo de lado las botas. Habrá salidas en las que se pueda ir perfectamente con zapatilla y otras en las que las botas serán más aconsejables. Por ejemplo en terrenos de roca descompuesta, grandes caminatas, travesías con mucho peso, etc…
Digamos que la zapatilla de trekking nace para ocupar un hueco que existía entre la media-alta montaña y el senderismo de baja intensidad, pero no desplaza a la bota en «su terreno»

También es cierto que los hay que han subido el Aconcagua en zapatillas de trail running, pero por supuesto, esto no es nada habitual. Nosotros, por lo menos, no lo vemos muy claro.

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