Escalada: APRENDIENDO A CAER

La cabeza es el músculo mas importante en la escalada. Esta afirmación tan rotunda cobra un claro sentido cuando, con el último seguro por debajo de nuestros pies, y ante un paso exigente, el cerebro se bloquea y el cuerpo no responde. A todos nos ha pasado alguna vez, y es parte inevitable de la escalada.

La escalada conlleva implícito un riesgo, que cada día se va reduciendo debido a la moderna mentalidad de riesgo cero, pero así sólo estamos falseando y evitando una parte de éste deporte. Esto no hay que entenderlo mal, no quiere decir que haya que arriesgarse inútilmente, pero cada uno debe saber asumir y aceptar sus límites, no sobrepasarlos, pero tampoco infravalorarlos.

El control de la mente en escalada es fundamental, de hecho, en muchas ocasiones es incluso mas importante que la fuerza física. Esto es muy evidente en escaladores que tienen un alto nivel en tablón pero en la roca sufren una especie de bloqueo que les impide rendir de acuerdo a sus capacidades.

Según especialistas en psicología y medicina deportiva, la edad ideal para entrenar la motivación mental es partir de los 16 años.

Si pasados los 20 no hemos entrenado el control mental y el dominio de los miedos, a partir de esta edad será más difícil a medida que pasen los años, ya que se nos hace mas duro afrontar el bloqueo mental. Muchas veces lo dejamos pasar, y no nos enfrentamos a ello, ya que no tenemos la valentía innata de un adolescente. Con 16 años la persona está mas predispuesta para probar, fallar y volver a intentarlo aunque se caiga. Pero a medida que pasa el tiempo nos acomodamos a vías en las que nunca nos caemos, lo cual no está mal, pero estamos desaprovechando capacidades físicas por miedos psicológicos. Por eso, estemos en la edad buena o no, cuanto antes nos lo planteemos, mejor.

El entrenamiento físico es algo que hoy en día está totalmente aceptado como un medio para escalar mejor, pero casi nadie habla del entrenamiento mental.

Los bloqueos se superan con la práctica y la experiencia, y la evolución del entrenamiento mental es muchísimo mas satisfactoria a nivel personal que los logros meramente físicos. Al fin y al cabo, hacer un 7b en rocódromo y en top-rope no es más que una sucesión de movimientos gimnásticos que se pueden entrenar…

El ser capaces de afrontar un tramo comprometido siendo conscientes del miedo pero no dejando que nos domine y controlando la situación sin que aparezcan los famosos temblores, aporta una realización personal mucho mayor. La cabeza lo es todo.

Pero, ¿cómo hacerlo?

Lo primero es aprender a caer, y para ello debemos elegir alguna vía que conozcamos, bien equipada y con caídas limpias, desplomes preferiblemente.

Uno de los errores más comunes es asociar la caída a algo horrible. Si nos acostumbramos a pasar miedo antes de caer, nuestro cerebro asociará la caída con algo muy malo y se bloqueará. Por eso, practicando caídas controladas, hay que adoptar una actitud positiva antes de saltar, y «disfrutar» de la experiencia. Esto es importante, porque si no estaremos condicionando equivocadamente nuestro cerebro, y cada vez que haya posibilidad de caer, se bloqueará.

Al caer, no llevar la cuerda muy tensa para evitar ser proyectado contra la pared, no agarrarse a la cuerda ya que nos podríamos quemar la mano (hay que vencer los instintos, amigo!!) y separarse algo de la pared, pero no saltar exageradamente, porque cogeríamos mas velocidad que la de la propia caída.

Cuanta más cuerda haya desplegada entre el asegurador y tú, más dinámica será la caída. No practiquéis caídas en la primera chapa, tampoco es cuestión de rompernos los tobillos a lo tonto…

Atentos también a la posición de la cuerda respecto a nuestras piernas, para evitar que se enrede y nos haga caer boca abajo. Da mucho más miedo volar boca abajo y además es peligroso ya que hay más posibilidades de golpearse la cabeza. Lógicamente, hay que evitar repisas, salientes y caídas peligrosas para practicar. Sería interesante ponerse el casco (siempre lo es) y aunque ya sabemos que no está bien visto en deportiva, nuestra cabeza bien vale el esfuerzo de no ir a la moda.

Una vez que vayamos quitando el miedo, es aconsejable practicar diferentes tipos de caída: en travesía, más largas, más cortas, incluso alguna en terreno tumbado, para aprender a no rasparse con la pared al caer. Esto nos dará perspectiva de cómo caeremos en cada situación, dependiendo del tipo de escalada, y nos dará más recursos.

El objetivo final es que cuando escalemos sepamos en todo momento a qué tipo de caída nos enfrentamos, y cómo debemos reaccionar en caso de que la gravedad nos venza. Si sabemos lo que va a pasar y controlamos la situación, no dejamos lugar para el miedo, que casi siempre es una consecuencia del desconocimiento y disfrutaremos muchísimo más en vez de agobiarnos innecesariamente.

Otro punto importante es aprender a confiar en el material. Si se cuida bien y se renueva cuando es necesario, el material es muy fiable. El temor a que la cuerda se rompa es infundado, puede ocurrir cuando hay aristas cortantes, pero en caídas limpias es virtualmente imposible que una cuerda «sana» se rompa. Al igual que en el punto anterior, la información y el conocimiento es la clave de la confianza. Ésta información nos da también la capacidad de evaluar los riesgos potenciales en función del estado del material (tanto propio como el equipamiento de la vía)

Así que visto lo visto, la conclusión es la siguiente:

Si tienes 16 años, enhorabuena, estás en la edad perfecta, no lo desaproveches. Y si ya se te pasó la edad de oro no importa, estás a tiempo, cuanto mas lo dejes pasar mas te costará, merece la pena afrontarlo.

Ni que decir tiene que cada cual debe valorar en función del equipamiento de la vía o de los peligros potenciales, si es un lugar adecuado para caerse o no.

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